“Estás demente”, me reclamó mi amigo
enojado y se fue.
Hoy en día existen muchas cosas
para enloquecer, y para las personas introvertidas y sensibles como yo existen
el doble. Siento que todo el tiempo estoy desapareciendo, por eso
últimamente tengo la imperiosa necesidad de hacerme notar, no de la mejor
manera para mi mala suerte.
Ayer sí enloquecí. Estaba con mis
amigos riendo, entonces se pasaron el celular entre ellos, algo de una broma
porque rieron aun más. Yo sonreí, pero luego el tema pasó y no me mostraron el
motivo de las risas.
Eso solo podía significar algo:
yo estaba muerta. No me di cuenta de cuándo pasó. Lo único que sabía era que yo
estaba increíblemente molesta al verme excluida del círculo.
Lo bueno de estar muerta es que
ya no tengo qué preocuparme por las relaciones sociales, así que dejé de
hablarle a mis “amigos”. Después se enojaron conmigo por mi
actitud voluble y me preguntaron la causa: “No me enseñaron de qué se reían, se
sintió feo”. Ahí me gritonearon que cómo era posible que me enojara por cosas
tan pequeñas. Que cómo podía quejarme tanto si mi vida era perfecta. ¿Por qué
es perfecta? Al parecer si no estás casada y no tienes hijos eso te exime de
los problemas de la vida. O al menos eso piensan ellos.
Entendí que no estaba muerta. Seguía
viva. Lo que había pasado es que me ignoraron, pasaron de mí.
“Estás demente”, me reclamó mi
amigo enojado y se fue.
No es la acción lo que me
molesta, es lo que esa acción me hace sentir y yo siento mucho, a extremos opuestos.
Lo construyo todo o lo destruyo todo.
¿Pero quiénes son ellos para juzgarme?
Todos tenemos derecho a un momento de psicosis. Todos hemos tenido un mal
día y gritado, hemos maldecido y perdido el control.
No soy tan peor como el año
pasado, pero eso nadie lo ha visto. Todos ahora quieren criticarme por mis
malas actitudes, pero cuando fui buena nadie lo notó. No quieren que sea tan
buena pero tampoco mala. La maldita gente no sabe lo que quiere. Les fastidia
si estoy demasiado feliz, si estoy enojada, si estoy llorando.
Sí, enloquecí, estoy demente. Por culpa de ellos tengo este comportamiento errático. Todo el tiempo me duele la cabeza y cuando hago algo solo estoy pensando si es correcto o incorrecto.
Compré una blusa nueva, ¿correcto o incorrecto?
Falté al trabajo porque me siento mal, ¿correcto o incorrecto?
Me siento mal, ¿correcto o incorrecto?
Estoy llorando,
¿correcto o incorrecto?
Ya tengo miedo de hablar y que
las personas se enojen conmigo, porque de mis labios siempre sale basura. Si
hablo, alguien puede molestarse. Es mejor estar callada. Volver a cuando tenía
10 años y no podía afrontar el mundo con mi voz y tenía qué susurrarle a mi
papá lo que yo necesitaba.
Y sé que gritaré, pero no ahora. Sé
que me cansaré del mutismo, pero no quiero hablar. Solo escribir. A mi lenguaje
de comunicación primario (y el que más me gusta): las palabras.
No hay comentarios:
Publicar un comentario